11 de septiembre de 2008

No existen los funerales "de Estado"

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Línea editorial COPE - Esta tarde desde la OM de COPE y desde Popular TV transmitiremos en directo el Funeral por las 154 víctimas del accidente aéreo de Barajas del pasado 20 de agosto. Algunas voces provenientes del puritanismo laicista y también de nuestros hermanos evangélicos, mostraron su malestar por el anuncio de un “funeral de Estado católico”. A este propósito, convendría hacer algunas aclaraciones:

  • En primer lugar, ni esta tarde ni nunca se va a celebrar un “funeral de Estado”. Los funerales católicos no son ni de Estado ni de nada, sino misas en las que se ruega al Dios de la vida el eterno descanso de los fallecidos y la fortaleza en la fe de los familiares y allegados. Que el funeral de esta tarde lo haya pedido una o varias instituciones oficiales del Estado, o que acudan los Reyes o representantes de los gobiernos nacional, autonómico y municipal, no añaden ni quitan nada a una funeral que la Iglesia que peregrina en Madrid celebraría exactamente igual aunque no hubiese concurrencia de dichas instituciones en su petición.

  • En segundo lugar, no ha lugar a una cuestión de falta de respeto a la libertad de conciencia y religiosa de nadie, ya que nadie impide a nadie celebrar otro tipo de exequias cristianas, u otro tipo de ceremonias religiosas o paganas. Y nadie impide que a estas acudan cuantas autoridades públicas lo deseen. Lo que no puede ser -convendrán conmigo los evangélicos- es lo que pretenden los puritanos laicistas: sustituir toda celebración religiosa por un rito ateo o sincretista.

  • En tercer lugar, es lógico y normal que si la gran mayoría de las víctimas son católicos, la principal celebración de las exequias por todos ellos, sin excluir otras posibles, sea la de esta tarde o la ya celebrada en Canarias.

De todos modos, nadie podrá evitar que las familias de los fallecidos, en medio de su dolor imborrable, reciban esta tarde la única palabra y el único alimento de una esperanza que no defrauda, esa que no podrían dar, aunque quisiesen, ni políticos ni sicólogos por si mismos, sino sólo Cristo a través de su Iglesia, como hizo, por otra parte, con sus obispos y sacerdotes, desde la tarde de aquel aciago 20 de agosto.


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